Una pequeña isla perdida en el Mediterráneo, entre Sicilia y el norte de
África, es el escenario imaginado por Catherine Banner para desarrollar
esta cautivadora alegoría sobre la radical transformación de Europa
durante los últimos cien años. La historia comienza con la llegada a
Castellamare de Amedeo Espósito, un joven originario de Florencia que
viene a ocupar el puesto de médico permanente en ese remoto peñón, donde
el tiempo parece haberse detenido antes de la primera guerra mundial.
Allí establecerá su hogar e iniciará una larga saga cuyos miembros,
hábiles narradores de historias, transmitirán de generación en
generación los secretos de la familia y los avatares de un siglo
vertiginoso y convulso. Aunque Amedeo desembarca dispuesto a realizar su
tarea con seriedad y rigor, un hombre inquieto y curioso como él no
puede sustraerse al hechizo de la isla. Así pues, cuando surge la
oportunidad de comprar el abandonado bar del pueblo, el joven doctor
ignora que aquella «casa al borde de la noche», como se la conoce por
estar ubicada en un sitio impresionante frente al inmenso mar, será un
punto de inflexión en su vida y se convertirá en el centro social de
Castellamare. Desde ese mirador privilegiado, Amedeo y su esposa Pina,
una isleña inteligente y hermosa, verán transcurrir los acontecimientos
más significativos de las décadas siguientes, desde la segunda guerra
mundial hasta la era de internet, el turismo de masas y la terrible
crisis financiera de 2008. Unos personajes memorables, situados en un
entorno natural imponente, hacen de La isla de las mil historias una
novela singular, rebosante de vitalidad y fantasía, en la que la fuerza y
la fragilidad del ser humano se manifiestan en un espacio casi mítico
donde se difuminan los contornos entre leyenda y realidad.
NOTA: Será que soy muy simple pero a mí esos libros, como éste, sencillos, con gente normalita, que desarrolla toda su actividad en una zona de no más de 1000 habitantes, que cuenta la historia de 4 generaciones abriéndose camino contra viento y marea, que aborda los problemas que han sido y que son hoy todavía en comunidades de ese tamaño, me encantan. Sólo me han faltado los inmigrantes para pensar en que la isla podía ser Lampedusa. Pero la intimidad con la que está contado todo, los personajes típicos y tópicos de ese tipo de pueblos, los esfuerzos y tensón de sus gentes por salir adelante...me han llenado. Lo he pasado bien leyéndolo y eso que, como digo, es un libro sencillo. Igual se le va un pelín la mano en cuanto a la religiosidad de la zona con Santa Agueda, pero puesto que es el 5 de Febrero y cumpleaños de uno de mis hijos...¡se lo perdono! jajaja.... Le doy un buen...8.
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