Sin duda uno de los más destacados narradores contemporáneos de los Países Bajos, el escritor de origen iraní Kader Abdolah
—autor de El reflejo de las palabras— ha obtenido un rotundo éxito con
esta nueva novela, que ha sido elegida por los lectores neerlandeses
como segundo libro preferido de todos los tiempos.
Durante generaciones,
la poderosa familia de Aga Yan ha ocupado una posición privilegiada en
la tranquila ciudad de Seneyán. Siguiendo una tradición secular, el clan
habita un caserón de treinta y cinco habitaciones adosado a la
mezquita, una enorme y animada colmena llena de abuelas, niños,
sirvientes, comerciantes y santones. Por el edificio fluyen a toda
velocidad historias fascinantes, y allí conviven el poder económico y el
poder espiritual, la religión y la vida social, las pasiones y los
rezos. Sin embargo, todo cambia en los años setenta, cuando la religión
se convierte en arma política y pone fin a décadas de armonía. Los
grupos de izquierdas contrarios a la occidentalización del país y los
extremistas islámicos provocan la caída del sah, y el regreso del
ayatolá Jomeini marcará drásticamente el destino de la familia. Epopeya
familiar de marcado tono autobiográfico, en La casa de la mezquita
confluyen la rica cultura persa con la vida cotidiana de los iraníes.
Gente, arte, religión, sexo, literatura, cine, incluso el mundo de la
radio y la televisión; el autor retrata, con el conocimiento que le
otorga su experiencia personal, una sociedad islámica moderada, ligada a
una sabia y fértil tradición milenaria y alejada de todo radicalismo.
NOTA: Hacia tiempo que no me tocaba uno de estos, de los de disfrutar; y lo leí por consejo de un buen amigo, seguidor de este humilde blog. Y es que el libro de este iraní residente en Europa me parece que tiene todos los mimbres para entusiarmar en su lectura: ágil de situaciones y episodios, contado al estilo saga que tan buen resultado está dando en los libros últimamente y con una parte muy importante de historia reciente que quizá se me ha hecho más interesante por haber vivido nosotros en nuestros años mozos esos cambios. Tambien es verdad que entonces, salvo el fanatismo de "puertas de mezquita para dentro", no daba tanto miedo como hoy día; pero es cierto que de aquellos barros vienen los lodos que tenemos ahora en nuestro mundo globalizado. En fín, volviendo a nuestro libro muy muy muy ameno. Así que como ya cada vez me voy haciendo mayor y por tanto me estoy volviendo más "abuelito" (sin nietos), le voy a dar un espléndido ...9.
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