Erase una vez la taberna Swan ( Diane Setterfield)

En una oscura y brumosa noche, en el pequeño pueblo inglés de Radcot, a orillas del Támesis, los lugareños se reúnen en la taberna Swan para compartir un trago e historias llenas de sabiduría popular. Con seiscientos años de antigüedad, la posada es famosa por reunir a los mejores narradores de cuentos populares, pero esa noche la tertulia nocturna se ve interrumpida por la llegada de un hombre misterioso empapado en sangre que carga en sus brazos a una niña inconsciente. Antes de que el hombre pueda emitir explicación alguna, cae derrumbado.
Mientras tanto, río arriba, dos familias buscan desesperadamente a sus hijas, Alice Armstrong, a la que nadie ha visto desde hace veinticuatro horas tras el suicidio de su madre, y Amelia Vaughan desaparecida dos años atrás sin dejar rastro.

NOTA: Libro que casi parece de otros tiempos. Un caso de lass desapariciones de tres niñas en un mismo lugar  pero que, contra lo que puede parecer, no es una novela negra en el sentido de policiaca, intriga tremenda y así. Es más bien un libro que cuenta costumbres de una zona rural. Allá está la gente con sus envidias y manías de pueblo pequeño y allí es donde ocurre todo, en un bar de esa localidad que es donde más se vive,  se centra la acción. Tiene sus golpes de "cosas raras" pero sin llegar a meterse en la ficción. Se pasa agradablemente leyéndolo pero, sin más pretensiones. Así que un ....7.

Sidi ( Arturo Pérez-Reverte)

«El arte del mando era tratar con la naturaleza humana, y él había dedicado su vida a aprenderlo. Colgó la espada del arzón, palmeó el cuello cálido del animal y echó un vistazo alrededor: sonidos metálicos, resollar de monturas, conversaciones en voz baja. Aquellos hombres olían a estiércol de caballo, cuero, aceite de armas, sudor y humo de leña.
»Rudos en las formas, extraordinariamente complejos en instintos e intuiciones, eran guerreros y nunca habían pretendido ser otra cosa. Resignados ante el azar, fatalistas sobre la vida y la muerte, obedecían de modo natural sin que la imaginación les jugara malas pasadas. Rostros curtidos de viento, frío y sol, arrugas en torno a los ojos incluso entre los más jóvenes, manos encallecidas de empuñar armas y pelear. Jinetes que se persignaban antes de entrar en combate y vendían su vida o muerte por ganarse el pan. Profesionales de la frontera, sabían luchar con crueldad y morir con sencillez.
»No eran malos hombres, concluyó. Ni tampoco ajenos a la compasión. Sólo gente dura en un mundo duro.»
«En él se funden de un modo fascinante la aventura, la historia y la leyenda. Hay muchos Cid en la tradición española, y éste es el mío.»

NOTA: Como creo que dice él en el prólogo " una idea muy personal del Cid". Y en efecto presenta un personaje distinto al que todos nos hemos imaginado alguna vez, por culpa tal vez de Charlton Heston Y con él nos lleva al  entretenimiento. Sabemos que a Pérez Reverte lo de las batallas le chifla; y más le chifla todavía relatar los previso fijándose con todo detalle en cada una de las piezas de nombres inrecordables que componen el hábito del guerrero de turno antes de entrar en batalla. Pues aquí le da para eso y para más pues además de los cristianos, están los de la morería...Y el tío se explaya. Como es un buen contador, no se hace pesado en ningún momento el libro; quizá la batalla final podía tener menos detalle, pero es sólo una coma del comentario. Así que, aun estando cansadito del señor en general, reconozco que me hace pasar buenos ratos y le doy un ...8.

El latido de la tierra ( Luz Gabás)

Alira, heredera de la mansión y las tierras que su familia conserva desde hace generaciones, se debate entre mantenerse fiel a sus orígenes o adaptarse a los nuevos tiempos. Cuando cree encontrar la respuesta a sus dudas, una misteriosa desaparición perturba la aparente calma que reinaba en la casa, la única habitada en un pequeño pueblo abandonado. Un guiño del destino la obligará a enfrentarse a su pasado y a cuestionarse cuanto para ella había sido inmutable. A partir de ese momento comenzará a sentir algo para lo que nunca pensó estar preparada: el amor.

NOTA: Empiezo a leer este último libro de Luz Gabás ( los tres anteriores me habían gustado) y me encuentro pronto con que tiene visos de convertirse en una novela negra, cosa que no me disgustaba pero me extrañaba en la autora, siempre más preocupada por la tierra propia que por los desaparecidos ajenos. Pero esa idea fue sólo un espejismo: enseguida volvió a ese mundo que tan bien domina, el rural, y cuenta una muy buena historia situada en un hipotético pueblo abandonado del Pirineo Oscense, de los que realmente hay 300, con una mano de escritora cuajada. Es inevitable recordar muchos ratos, sobre todo por las reflexiones de la protagonista a la inolvidable La lluvia amarilla de Julio Llamazares, ésta con más sentimiento y aquella con más historias detrás. El final, adecuado así que me he quedado con MUY buen sabor de boca.
Y además, al terminar la novela hay un capítulo con el nombre de "Nota de la autora" que me ha resultado extraordinario y que refleja lo que se ha leído antes pero en directo. Por este capítulo y por el resto que se lleve un...9.