La madre de Frankenstein ( Almudena Grandes)

El apasionante relato de una mujer y un hombre que optaron por resistir en los tiempos más difíciles.La novela más intensa y emotiva del ciclo de los Episodios de una Guerra Interminable.
Finales de los años 50 en España; al sur de Madrid, en Ciempozuelos, un manicomio femenino regentado por las monjas del Sagrado Corazón de Jesús. Allí vive recluida una interna esquizofrénica, Aurora Rodríguez Carballeira, un personaje estrafalario que consigue asombrar a las monjas, a las internas y a las limpiadoras en cuanto se arranca a tocar el piano. Una de las asistentas, María, una joven a la que doña Aurora ha enseñado a leer, le guarda absoluta lealtad por lo mucho que ha aprendido con ella.
A ese lugar irá destinado el doctor Germán Velázquez, formado en Ginebra, que ha regresado a España por varios asuntos pendientes. Germán va a descubrir cómo el microcosmos del manicomio es en realidad un reflejo de las condiciones de represión en las que están viviendo los españoles durante la dictadura. Allí comprueba que el puritanismo permite los abusos, y que las leyes están hechas para ocultar los atropellos. Y en ese contexto surge una improbable historia de amor, que será en realidad una inolvidable historia de redención.

NOTA: Quinta entrega de esta saga, "Episodios de una guerra interminable", que no sé si algún día va a tener final, pero que los fans de esta señora no lo deseamos porque  disfrutamos tremendamente con sus libros. Y en particular éste posiblemente haya sido el que más me ha gustado hasta la fecha: parecía que iba a tratar ( así lo deduje yo de una entrevista que le ví en televisión) sobre una famosa parricida de los años 40 pero, una vez más, esa es la excusa para contar lo que quiere contar: la vida de la posguerra en este caso en los hospitales de salud mental, vulgo manicomios. Desde el personaje central, que en modo alguno es la parricida, hasta el mínimo peón de los que se mueven en ese tablero, dan testimonio de cómo era la vida en los 50, quién mandaba y mucho y quién ( como siempre) le tocaba agachar la cabeza. Un retrato excelente. No me privo...9.

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